El olmo que hoy os presento es un regalo de una vecina que viendo que era incapaz de cuidarlo, me dijo que conmigo iba a estar en buenas manos. El año en cuestión era 2009 y tras 8 años, sigue vivo y evolucionando (recientemente lo estuvo viendo y se quedó muy sorprendida).
Este olmo era un bonsái comercial de los que por un módico precio puedes conseguir en tiendas no especializadas. Su primer trabajo fue un transplante ya que venía en la típica tierra negra y lo pasé a un sustrato mejor. Durante un montón de años únicamente me dediqué a podarlo, alambrarlo un poco y transplantarlo, sin dedicarle mucho tiempo.
En 2016 decidí acodarlo, para reducir la altura y para evitar dos patas que se habían formado en el nebari y que no me gustaban nada. Podéis ver el trabajo aquí (
Acodo de un olmo con "patas").
Lo último ha sido la poda de otoño de este año.
A continuación os dejo la evolución en fotos.
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En 2010 tras una gran nevada en Madrid |
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En 2013 |
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En 2013 |
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En 2016, tras el trabajo de acodado |
En febrero de 2017, cuando las primeras yemas empezaban a abrirse, separé el acodo y lo planté en una nueva maceta, el detalle a continuación.
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El olmo en Febrero |
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Listo para separar el acodo |
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Quitada la tierra, entre el musgo se pueden ver las raíces que han crecido |
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Quitando el musgo |
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Y así estaba de raíces |
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La nueva maceta, china sin pedigrí, pero con un bonito craquelado |
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Ponemos hormonas de enraizamiento para favorecer que aparezcan más raíces |
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En su maceta y pendiente de la poda |
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En su maceta y pendiente de la poda |
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Podado para compensar las pocas raíces que tiene actualmente |
Durante 2017 ha crecido bastante bien, y como he comentado el último trabajo ha sido el de podarlo para compactarlo. Aunque pueda parecer un paso atrás, es necesario para su formación.
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Así ha crecido durante 2017 |
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Vista trasera |
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Vista superior |
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Tras el trabajo de poda |
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Vista trasera |
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Vista superior |
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