Esta semana recibí un manzano que había adquirido a raíz desnuda y como me tocó trabajarlo, aquí os dejo el relato de los hechos.
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El manzano desembalado y listo para ser trabajado. |
El manzano venía bastante bien embalado y con tierra suficiente para mantener las raices húmedas. Lo primero que me tocó hacer fue limpiar toda la tierra que traía. Gran parte salió sin problemas, pero lo acompañaba una arcilla muy pegajosa que me costó bastante quitar. A base de palillos, agua y cepillo, conseguí quitar casi todos los restos.
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Así estaba el manzano una vez quitada la tierra más suelta. |
Una vez limpia la tierra, era necesario quitar las raíces más gordas y mal situadas. Así hice, acortando las que podían servir para el futuro nebari, y cortando lo más posibles aquellas que salían verticales o que no aportaban nada. Eso si, en todo momento, traté de dejar el mayor número de raíces finas. Acabados los cortes procedí a aplicar pasta selladora para evitar pudriciones, y antes de plantarlo, aplicar hormonas de enraizamiento para facilitar el que en un futuro se generen muchas más raíces.
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Dos fotos de las raíces una vez limpias y cortadas. |
Lo planté en una maceta de entrenamiento suficientemente grande para que se pueda desarrollar sin problemas la estructura que le falta (continuación del tronco, ápice y finalizar las ramas primarias) y se desarrollen bien las raíces.
A la hora de podar, entre que no terminaba de ver un diseño claro, con dos posibles frentes, y que prefería esperar a ver como brotaba y de que manera esta primavera, decidí no tocar nada por el momento. Esta es una afición de paciencia y prefiero esperar, mirarlo bien y estar seguro antes de hacer nada que pueda hacerme arrepentirme en un futuro.
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Un posible frente... |
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...y el otro frente posible. |
Y así quedó la cosa, en espera de que esta primavera brote con fuerza. Ya os iré contando en el blog como evoluciona este nuevo ejemplar de mi familia de bonsais.