Como indica el título de esta entrada, hoy quiero mostraros uno de esos casos en el que uno de nuestros bonsáis sufre una desgracia y tras esperar un poco y pensar, llegamos a un nuevo diseño que puede servir para salvarlo e incluso para mejorarlo.
El árbol de hoy es un albaricoquero
japonés (Prunus mume) que adquirí y que me encantaba porqué era precioso.
Aquí os dejo una de las fotos, con flor, momento que empezaba a
anunciar el final del invierno.
Sin prisas y mirándolo mucho, lo dejé tranquilo con el fin de que se fuera recuperando y por otro lado, que me viniera la inspiración. Y está llegó la semana pasada... corté toda la parte seca, cambié la posición de plantado y si todo sale bien, en un tiempo voy a tener un shohin muy interesante que me va a permitir volver a disfrutar de este pequeño gran árbol. Solo tengo que definir el nuevo frente, pero es parte de otra historia ;-)
Trabajo realizado el 21 de Septiembre de 2014
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