Paseando por el bonito entorno del Cabo de Palos en Murcia, en unos de sus calles me encontré con un espléndido grupo de viejos ejemplares de pino carrasco que habían sido moldeados por la naturaleza, tal como lo podría haber hecho cualquier aficionado al bonsai, eso si, sin utilizar ni alambres, ni tensores, simplemente con la fuerza del viento y la búsqueda del sol.
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